Una vez más hemos asistido impotentes a un brutal atentado terrorista que ha golpeado una ciudad europea: Barcelona.
Una ciudad a la que estamos muy unidos. Unidos a ella porque hemos ido muchas veces a entregar el DON de la VIDA a uno de los muchos hospitales allí situados.
Nos hemos quedado estupefactos y atónitos. Lo primero que hemos hecho ha sido controlar que nuestros voluntarios estuvieran bien.
Afortunadamente ninguno de los nuestros se encontraba allí.